Mensaje y bendición del Papa al mundo.
Texto completo del Mensaje del Papa
«Christus surrexit, venite et videte!»
¡Queridos hermanos y hermanas,
Feliz Pascua!
El anuncio del ángel a las mujeres resuena en la Iglesia esparcida por todo
el mundo: «No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado. No
está aquí, porque ha resucitado... Vengan a ver el lugar donde estaba » (Mt
28,5-6). ¡No tengan miedo! ¡El Señor ha resucitado!
Ésta es la culminación del Evangelio, es la Buena Noticia por excelencia: Jesús, el crucificado, ha resucitado. Este acontecimiento es la base de nuestra fe y de nuestra esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo perdería su valor; toda la misión de la Iglesia se quedaría sin brío, pues desde aquí ha comenzado y desde aquí reemprende siempre de nuevo. El mensaje que los cristianos llevan al mundo es este: Jesús, el Amor encarnado, murió en la cruz por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de la vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte.
Ésta es la culminación del Evangelio, es la Buena Noticia por excelencia: Jesús, el crucificado, ha resucitado. Este acontecimiento es la base de nuestra fe y de nuestra esperanza: si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo perdería su valor; toda la misión de la Iglesia se quedaría sin brío, pues desde aquí ha comenzado y desde aquí reemprende siempre de nuevo. El mensaje que los cristianos llevan al mundo es este: Jesús, el Amor encarnado, murió en la cruz por nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo ha constituido Señor de la vida y de la muerte. En Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira, la vida a la muerte.
Por esto decimos a todos: «Vengan
a ver». En toda situación humana, marcada por la fragilidad, el pecado y la
muerte, la Buena Nueva no es sólo una palabra, sino un testimonio de amor
gratuito y fiel: es un salir de sí mismo para ir al encuentro del otro, estar
al lado de los heridos por la vida, compartir con quien carece de lo necesario,
permanecer junto al enfermo, al anciano, al excluido... « Vengan a ver»: El amor es más fuerte, el amor da
vida, el amor hace florecer la esperanza en el desierto.
Con esta gozosa certeza, nos dirigimos hoy a ti, Señor resucitado.
Ayúdanos a buscarte para que todos podamos encontrarte, saber que tenemos
un Padre y no nos sentimos huérfanos; que podemos amarte y adorarte.
Ayúdanos a derrotar el flagelo del hambre, agravada por los conflictos y los inmensos derroches de los que a menudo somos cómplices.
Haznos disponibles para proteger a los indefensos, especialmente a los niños, a las mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la explotación y al abandono.
Ayúdanos a derrotar el flagelo del hambre, agravada por los conflictos y los inmensos derroches de los que a menudo somos cómplices.
Haznos disponibles para proteger a los indefensos, especialmente a los niños, a las mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la explotación y al abandono.
az que podamos curar a los hermanos afectados por la epidemia de Ébola en
Guinea Conakry, Sierra Leona y Liberia, y a aquellos que padecen tantas otras
enfermedades, que también se difunden a causa de la incuria y de la extrema
pobreza.
Consuela a todos los que hoy no pueden celebrar la Pascua con sus seres
queridos, por haber sido injustamente arrancados de su afecto, como tantas
personas, sacerdotes y laicos, secuestradas en diferentes partes del mundo.
Conforta a quienes han dejado su propia tierra para emigrar a lugares donde
poder esperar en un futuro mejor, vivir su vida con dignidad y, muchas veces,
profesar libremente su fe.
Te rogamos, Jesús glorioso, que cesen todas las guerras, toda hostilidad
pequeña o grande, antigua o reciente.
Te suplicamos por la amada Siria: que cuantos sufren las consecuencias del
conflicto puedan recibir la ayuda humanitaria necesaria; que las partes en
causa dejen de usar la fuerza para sembrar muerte, sobre todo entre la población
inerme, y tengan la audacia de negociar la paz, tan anhelada desde hace tanto
tiempo.
Jesús glorioso te rogamos que consueles a las víctimas de la violencia
fratricida en Irak y sostengas las esperanzas que suscitan la reanudación de
las negociaciones entre israelíes y palestinos.
Te invocamos para que se ponga fin a los enfrentamientos en la República
Centroafricana, se detengan los atroces ataques terroristas en algunas partes
de Nigeria y la violencia en Sudán del Sur.
Y te pedimos por Venezuela, para que los ánimos se encaminen hacia la
reconciliación y la concordia fraterna.
Que por tu resurrección, que este año celebramos junto con las iglesias que
siguen el calendario juliano, te pedimos que ilumines e inspires iniciativas de
paz en Ucrania, para que todas las partes implicadas, apoyadas por la Comunidad
internacional, lleven a cabo todo esfuerzo para impedir la violencia y
construir, con un espíritu de unidad y diálogo, el futuro del País, que ellos,
como hermanos, puedan gritar: «Christus surrexit, venite et videte!»
¡Te rogamos, Señor, por todos los pueblos de la Tierra: Tú, que has vencido
a la muerte, concédenos tu vida, danos tu paz!.
«Christus surrexit, venite et videte!».
Queridos hermanos y hermanas ¡Feliz Pascua!
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